miércoles, 25 de marzo de 2009

martes, 24 de marzo de 2009

domingo, 22 de marzo de 2009

XXVI PREGON DEL COSTALERO. A cargo de D. Antonio Romero González

Evocación:

En sus ojos brillantes, se delataba el nerviosismo que lo recorría. Estaba viendo ante sí, aquello con lo que tanto había soñado. Entonces, sonó en la inmensidad de la Iglesia, lo que en otro lugar sería un estridente ruido. Tres golpes de metal sobre metal.

Su rostro esbozaba una sonrisa entre melancólica y ansiosa. Era, como si todos los sentimientos e ilusiones que acumulaba en la mochila de sus recuerdos, se les cayese en un instante. Acarició por última vez entre sus dedos la arpillera del costal, para después, sumergirse, sin lugar a la desidia, en esa atmósfera de la que sabía que nunca más podría salir.

Era, como si en un segundo toda su vida hubiese aprendido a sentir como ellos, pero solo era una utopía producida por la indolencia de la juventud. A veces, recordaba lo difícil que había sido, y de los que se quedaron en el camino de la ilusión. De pronto, dos llamadas y una voz, y de vuelta al torbellino de emociones encontradas, que latían en lo más profundo de su corazón.

Un toque furtivo de llamador, y el inquietante deseo de poder sentir la trabajadera sobre su costal, era ya una realidad. Todo lo que había querido, lo que le prometieron desde su niñez, lo que siempre había visto desde el frío de las aceras en las noches de invierno, era ya una realidad. Ese niño que veía todos los ensayos, que disfrutaba solo con ver a esos hombres fajarse y dar chicotás de ensueño, era ya uno de ellos. El tiempo, había pasado inexorablemente, y le había regalado ese don.

El tiempo pasa veloz

Engullendo sentimientos

Haciendo del que era niño

Se convierta en costalero.

Sueños de alpargatas blancas

Que superan abatimientos.

Fajas negras que parecen

Que detuvieran el tiempo

Como si nunca soplase

En la primavera el viento.

Anda el paso despacito

Mécela en el firmamento

Que tú siempre quisiste

Ser de Ella sus pies terrenos

Ahora que ya lo eres

Y brota el azahar nuevo

Quisieras que no acabasen

Las chicotás de tus sueños.

Y sigue a tu corazón

No guardes un esfuerzo

Y entrega cada segundo

En el trabajo sincero.

El tiempo pasó veloz

Y engulló los sentimientos

Haciendo del que era un niño

Sea ya tu costalero.

Costaleros:

El refranero popular es sabio, y uno de esos refranes dice “es de bien nacido el ser agradecido”. Pues, haciendo caso a las viejas y tradicionales enseñanzas, me gustaría comenzar, esta mi humilde exposición de vivencias, agradeciendo a toda la Hermandad Sacramental de Estudiantes, y en su nombre, a la Junta de Gobierno, por el trato que he recibido desde el mismo momento de mi designación como pregonero. Aunque la verdad, cuando hay gente buena y con la que nos une mucho más que una sincera amistad, es lógico que las sensaciones que hemos podido sentir y vivir en este periodo sean tan agradables. Asimismo, quisiera agradecer de manera particular a mi amigo Juan, que me prometió que me cuidaría durante todo este tiempo y me haría pasar una buena Cuaresma, y así lo ha cumplido.

También me gustaría regalarle unas palabras al que hoy ha sido mi presentador. No puedo hablar de las palabras que me ha dedicado, pues hasta el día de hoy no las he conocido. Aún así, no me iba a basar en estas palabras, porque Manolo no puede valorarse solo estas palabras. Como ya he comentado muchas veces, cuando vamos cumpliendo años, tenemos la suerte de poder ir eligiendo a los amigos, porque ya no tenemos la necesidad de jugar, de no aburrirnos. Buscamos más valores, y los valores que posees, son los que tienen las buenas personas, de los que van rectos por la vida, y a los que nunca se les podrá recriminar un punto. Me alegro mucho de tenerte como amigo y hoy como presentador en un día tan importante como este.

Cuando estamos a escasas semanas de volver a ver la primera cruz de guía en las calles sanluqueñas. Me toca este año, en esta casa amiga de la Hermandad de Estudiantes, hablaros a todos los que estáis aquí de algo que sabéis y conocéis mejor que yo.

Hablar del mundo de los hermanos costaleros, en ésta época es algo, cuanto menos confuso. Una época en la que se han acuñado nuevos términos como “costaleros hermanos” en vez de Hermanos costalero, y en los que hemos estado, o todavía estamos, a punto de echar por tierra todo lo conseguido en muchos años de esfuerzos de viejos costaleros, del trabajo realizado con toda la ilusión del mundo, por jóvenes y no tan jóvenes que querían portar sus Imágenes y que robaban las pocas horas que podían al reloj para ensayar, incluso dos veces por semana desde el mes de septiembre u octubre.

Hoy en día, los costaleros tenemos un protagonismo excesivo cuando la cofradía sale a la calle, y un peso desmesurado en las Hermandades. Este peso en muchas ocasiones no lo hemos buscado nosotros. Nos han utilizado las diferentes juntas de gobierno para sus intereses, y una vez que movilizas a todo un colectivo es muy difícil dejar de pagar las consecuencias que de ello se deriva.

No podemos caer en la idolatría que algunos han profesado al costalero. No debemos caer en perderles el respeto a viejos costaleros que todavía están en las trabajaderas y antiguos capataces, que fueron las semillas que se depositaron en la Sanlúcar cofrade, para que hoy nosotros podamos disfrutar del trabajo debajo de nuestros Titulares. Antiguos capataces que como Velázquez o Nage, ya no están con nosotros, y fueron junto con otros, los precursores de las cuadrillas de hermanos. Sin ellos, sin los que ya no están se ha perdido algo en las noches de ensayos, y en los momentos de tertulia. Pero nos dejaron una muestra que no podemos olvidar. El amor y cariño a lo que se hace, el buen trabajar no puede ni debe estar reñido con la devoción hacía nuestros Titulares. Hoy, más que nunca, quisiera agradecerles a todas esas personas que pelearon por conseguir lo que tanto anhelaron con todo su esfuerzo y dedicación, sin ellos hoy, no existiría el Hermano Costalero porque dejaban todo cuando…

En la pronta primavera

Acompasando el tiempo

Cuando en la noche oscura

Brillaban nuevos luceros

Llenos de su luz y vida

Nos muestran el firmamento

Jugando con las nubes

Y los costaleros nuevos

Que llegaron despacito

A lo que hoy tenemos.

Casi sin hacer ruido

Esos viejos costaleros

Ensayaban por las calles

Entregándose al esfuerzo

Sin regalar un alarde

Iban todos en silencio.

No perdamos el respeto

A ese viejo costalero

De añejas trabajadoras

Llenas de sufrimientos

De las noches entregadas

Del compañero sincero,

De cuadrillas que miraban

Solamente hacia el cielo.

Démosles las gracias

Reconozcamos el esfuerzo

Que ellos serán por siempre

Los primeros costaleros.

Ritos:

El costalero es una persona de ritos. Todo tiene un sentido en éste su universo. Un universo lleno de circunstancias. En nuestras habitaciones, suele haber un huequecito en el armario, donde se guarda como si de un tesoro se tratase, todo nuestro mundo. Ese en el que existen costales, fajas, recuerdos, compañeros...Ese rinconcito es, como nuestro particular santuario. Todo en nuestras vidas puede cambiarse sin ningún motivo, excepto donde se cobijan nuestros sueños.

En ese lugar comienzan todos nuestros ritos y tradiciones. Ahí, nacen los nervios cuando preparas la ropa para salir al ensayo. Un halo de misticismo rodea nuestros actos. No sabemos por qué tenemos que hacerlos, pero los hacemos, no sabemos por qué sentimos lo que sentimos, pero así lo vivimos.

Cuando por fin llega el día de la salida, ese ritual puede convertirse en una obsesión. Llegar a casa de la misa de Hermandad y colocar siempre en la cama de la habitación tu pantalón, y a su lado, esa camiseta desgastada por el paso incontenible de los años, de la que tu mujer o tu madre han queriendo deshacerse y que siempre rescatas a última hora. El aroma que ha dejado el almíbar entremezclado con el incienso quemado impregna tu costal y una faja ya despintada por el uso, está preparada para rodear tu cintura. Las zapatillas con las que acariciar el suelo, ya están dispuestas. Siempre igual, cada año la misma costumbre.

Se acerca la hora, y una llamada de teléfono marca el momento de la salida hacia el templo. Siempre el mismo camino, siempre las mismas calles, intentando recordar aquella lejana primavera, en la que iniciabas tembloroso el camino hacia la Casa-Hermandad. Estos pensamientos nos hacen olvidar lo que vamos a vivir en unos momentos. Nos invitan a pensar en otras cosas, y así combatir el nerviosismo que se acumula en nuestro interior. Parece que intentamos que las mariposas que sentimos en el estómago pasen rápido. Esas mariposas que sabes que el día que desaparezcan te indicarán que ya tu momento en las trabajaderas ha pasado.

Aún guardo mi costal

En el rincón de los sueños

Perdido en un huequecito

Que es la puerta del cielo.

Cuando llega cuaresma

Quiero darle el encuentro

A frías noches de ensayo

En albores de febrero,

Con viejas fajas negras

De costales prisioneros

Y camisas desgastadas

Por el paso de los tiempos

Que sigue siendo veloz

Sin respetar sentimientos.

Un rincón que me guarda

Los conseguidos sueños

Donde empieza la magia

Donde el sentido pierdo

Donde vuelvo a sentirme

Entre chicotás de versos

Que aunque pasen los años

Sigo siendo costalero

Cuesta de Belén:

Igual que los ritos nombrados anteriormente, existe una tradición en Sanlúcar que se ha ido convirtiendo en leyenda. Desde hace más de un cuarto de siglo, cada Domingo de Ramos, se vive un momento único e irrepetible en nuestra Semana Santa. Desde hace más de un cuarto de siglo, las viejas piedras de la Cuesta que acogía la antigua ermita de Belén, son testigos de ver como los que eran niños de blancas túnicas y cíngulos rojos se hacen hombres bajo las trabajaderas. Con cincho, molía o costal, la cuadrilla de la Hermandad de la calle Jerez, hace alarde de maestría y buen trabajar.

Desde hace más de un cuarto de siglo, la gente se agolpa en la calle bretones, justo donde arrían los pasos. Nadie quiere perderse ni uno solo de los momentos que se van a vivir en esta esperada noche. Se produce un relevo, y ya, solo queda dejar paso a los protagonistas. Protagonistas que cada año vencen al cansancio y las duras pendientes. Pendientes que no siempre vienen de las calles, y que costaleros y gente de Hermandad saben vencer sin hacer aspavientos, simplemente trabajando por derecho, como trabajan los buenos costaleros.

Un toque de llamador y la levantá hace que ya nada tenga otro sentido que el paso lento de los minutos, el rachear de las zapatillas, el crujir de la trabajadera o el vaivén de las bambalinas con los varales del paso de la Virgen Victoria. Primeros toques, suena la marcha, y lentamente, como acariciando el empedrado, andan de frente los inquietos costaleros. Chicotá tras chicotá llegan a las covachas, y suena otra marcha y alcanzamos así la gloria costalera. La gente se arremolina y quisiera ser uno de ellos, pero ese privilegio es solo de unos cuantos. Poco a poco, siempre de frente, y en la Merced se llama la izquierda´lante y derecha´tras, mientras sigue sonando la música, un poquito más, que no se acabe nunca las últimas rampas que llevan al cielo, al cielo costalero que baña cada Domingo de Ramos el barrio alto Sanluqueño.

Pasar he visto dos pasos,

Como nunca antes viera,

Que desatan las lágrimas

Al pasar por tu vera.

Despacito van subiendo,

Con arte y fe costalera,

Por la empedrada calle

Que a la Gloria los lleva.

Me muero de los celos

De los que niños fueran

Porque ellos os suben

Por la empinada cuesta.

Envidio sus zapatillas,

Que pisan amargas piedras.

Quisiera poder vivirlo

Y así quitarle la pena,

A La que llena de luces,

Perfil de la Macarena.

Cada Domingo de Ramos,

Corta se hace la cuesta,

Cuando vuestros corazones

Van caminito de vuelta

Para llegar hasta el cielo

Y a la gloria costalera.

Un pueblo, una cuadrilla:

Tiene Sanlúcar una cuadrilla singular. De esas que me gustan por su composición heterogénea. No son costaleros como estamos acostumbrados a ver. No llevan faja, costal, molía, ni alpargatas de esparto. No hacen ensayos, ni quedan en una casa de hermandad o bar el día de la salida. No portan un paso, ni sobre sus hombros descansa una trabajadera.

Es una cuadrilla del pueblo, que año tras año se renueva. Solo tienen en común con otras, que sobre uno de sus hombros, llevan crucificado al Hijo de Dios. Para cogerse el paso, solo les basta seguir el redoble del tambor que late en sus corazones. Cada Miércoles de Ceniza una igualá casi improvisada hace que toda Sanlúcar se vuelva costalera, y que el Cristo de los Milagros salga a la calle, para redimir todos nuestros pecados.

Después de muchos años en la distancia, y oyendo alguna que otra estación en la lejanía. Este año, he vuelto a vivir un Miércoles de Ceniza en Sanlúcar. Muchos recuerdos me vinieron a la mente cuando entré al compás de Santo Domingo. Repaso de frías noches de invierno, de todo un pueblo volcado; de representaciones de todas las Hermandades, cuando todavía éste era el Vía-Crucis oficial. Noches, en las que aún no podía acercar mi hombro a la parihuela, y en la que veía como hombres y mujeres paseaban con cuidado la Imagen del Señor. Este año, he tenido la suerte de por fin llevarlo sobre mis hombros, y cumplir el deseo de ser una de esas personas que recordaba de mi niñez.

Santo Domingo se viste

Con un costal de ceniza

Para mostrar los Milagros

De un Cristo que agoniza

Entre viejas rocas blancas

Que recuerdan la caliza

De un Calvario Judío

Que en Sanlúcar se eterniza.

Por viejas calles y plazas

Tus hijos acarician

El resplandor de los cirios

Y en el aire de la brisa

Las llagas de Tu cuerpo

Que nos van dejando inscritas

Sufrimiento entregado

Y una Pena que dormita.

Sanlúcar porta un cuerpo

Que de pecados nos libra

Porque el bendito madero

Que al Hijo de Dios crucifica

Es llevado por un pueblo.

Cada Miércoles de Ceniza

Almas de la Trinidad:

De entre mis recuerdos, siempre se repite uno en mi cabeza de manera recurrente. Al igual que el recuerdo del Vía-Crucis de los Milagros. Una imagen clara y nítida de una oscura y fresca noche de primavera. Una noche de miércoles Santo. Ya hacía algún tiempo que había pasado noblemente la Hermandad de Estudiantes por la angosta y cofrade calle Luís de Eguílaz, y por el pequeño resquicio que quedaba debajo de mi casapuerta, se veían las primeras luces de los cirios de los nazarenos de la Hermandad de los Dolores.

No sé por qué esperaba con tanta codicia que llegase esa hora. Esperaba que ocurriese algo, veía pasar a todos y cada uno de esos nazarenos con sus túnicas y capas blancas con la inconsciencia de la niñez. En esos momentos asomaba la silueta de la parihuela del misterio, y el paso arriaba a la altura de la calle Escuelas para que más tarde lo hiciera el paso de palio. Todos los años igual, siempre la misma práctica. En ese momento, como si saliesen de un misterioso pasadizo, aparecían de debajo de los faldones, los hombres que hacían que mágicamente ese paso flotase por entre las callejuelas. Ese era el momento que tanto esperaba. Salían los costaleros del paso a refrescarse, y lo hacían en el pequeño grifo de cobre que teníamos en el patio de mi casa.

Los miraba, los estudiaba y me preguntaba, ¿que hacían para convertirse en esos hombres con tanta fuerza? ¿Que sería ese extraño artilugio que se colocaban en los hombros a forma de yugo? ¿De qué material estaría hecho? Analizaba sus zapatillas blancas o negras, sus fajas, y ansiaba ser algún día como ellos.

Eran los primeros años de las cuadrillas de hermanos costaleros. Eran años en los que se trabajaba con el alma. Almas que fueron germinando en la Sanlúcar cofrade el gusanillo de la costalería. Almas que madrugaban por la mañana para ir a trabajar a la plaza y así llevar el sustento a sus casas, y por las noches le robaban tiempo al tiempo para ensayar y así pasear a sus Titulares en la noche del Miércoles Santo. Almas jóvenes que callaron las bocas de los que decían que esos chavales no podrían hacer un camino tan duro. ¡Cuánta envidia en esas palabras!, también se trabaja con el corazón, y uno de esos ejemplos son vuestras cuadrillas. Almas privilegiadas que pasean cada miércoles santo las Misericordias para sus Dolores.

Almas que en la Trinidad

Quisieron ser costaleros

Sin pensar en agoreros

Que hablaban de debilidad.

Solo tenían la ansiedad

De juventud indolente

Sobre razón vehemente

Para ponerse el costal

Para un corazón igual

Y un amor inconsciente.

Almas que en la primavera

Pasean entre luceros

La más bella de las rosas

Que ilumina el firmamento.

Quieren tenerte Señora

Brillando en sus ojos vivos,

Mientras que en el paso va

Cayendo, su sudor bendito.

Costaleros de corazón

De los que siempre han sido

Lágrimas de bellos ojos

En el llanto contenido.

Se les llenan de puñales

Sus corazones heridos

Y repican bambalinas

Entre azucenas y lirios.

Y seguirán trabajando

Más allá del delirio

Cercanos a las estrellas,

Entregándote suspiros

Para pedirte que vuelvan

Sus viejas almas de niños

Y demostrar que siguen siendo

Una luz en el abismo

Que aliviarán paseándote

Tu corazón dolorido.

Momentos para el recuerdo:

Esos momentos que acabamos de describir de la cuadrilla de la Hermandad de los Dolores, eran instantes que se vivían en los comienzos de los hermanos costaleros. Años en los que las cuadrillas salían con el paso completo y se recogían como buenamente se podía. Siempre de manera digna, sin relevos, hombres curtidos en muchos casos, y en otros, jóvenes que le ponían todo su empreño y esfuerzo.

Durante todos estos años, se han ido forjando cuadrillas, se han ido viviendo instantes que se han convertido con el paso de los tiempos en imborrables e irremediablemente, han quedado para el recuerdo año tras año. Algunos de ellos, fueron puntuales, otros se convirtieron en tradición, pero todos tienen en común, que han sido protagonizados por gente que trabajaba de verdad, con el corazón.

Uno de los que más ha trascendido no pude vivirlo, y si soy sincero, tampoco quisiera haberlo vivido, ver como abandonaron a mi Virgen de Gracia y Esperanza, y una cuadrilla improvisada hizo el milagro de subirla hasta la cava del castillo y recogerla, no hubiese podido soportarlo. Gente de la Hermandad, otros que estaban en las aceras viendo el discurrir del paso, gente de otras cuadrillas de costaleros que ya iban a hacer la estación de penitencia cargando a sus Titulares...todo esto contribuyó a que se forjara la leyenda de aquella noche de primavera.

Momentos que dejan marcada la memoria del que todavía era un niño, como el escuchar la respiración de los costaleros del Señor de la Humildad y Paciencia, en la calle Misericordias cuando volvían a la Basílica de la Caridad. O esperar en la calle Santa Ana que llegase una nube de incienso envolviendo el paso de la Virgen de las Angustias y poder casi tocar el esfuerzo que salía de entre los respiraderos. O Vera-Cruz en esa dificultosa salida, o en su paso por el arco de Rota…Momentos en los que las cuadrillas van entregadas hasta el final.

Quien no recuerda esas cuadrillas de la Hermandad de la Esperanza por el barrio de recogía, o los vistosos andares de la Virgen de la Estrella. Cuadrillas forjadas a fuego, y que han ido dando lo mejor de sus vidas en las trabajaderas. De ellos hay que aprender su entrega. Posiblemente en esos años la técnica no estaba tan depurada, pero se suplía con otros factores. Ni mejores, ni peores, como decía el viejo capataz, simplemente otros que en su día nos sirvieron para llegar hasta donde estamos hoy.

Quisiera poder dedicarles

Unas palabras sinceras

A los que fueron pioneros

En sentir las trabajaderas.

Fueron gentes entregadas

Que sentían con firmeza

De que estaban haciendo

Que el corazón les latiera.

Gracias por darnos las llaves

De disfrutar la belleza

De poder ser la peana

Que por Sanlúcar pasea

A las Sagradas Imágenes

Que otros hermanos desean.

Costaleros del Resucitado:

Aunque estos hombres lucharon y pelearon para que pudiésemos ser Hermanos Costaleros. No todo ha sido un camino de rosas. Mis amigos más allegados saben, que hace unos años estaba un poco hastiado de este mundo del costal. Estaba pasándolo mal. Tal era el rechazo que me producían ciertos comportamientos que incluso me llegué a plantear el abandonar las trabajaderas.

Pero en el invierno de 2006, en una fecha difícil de olvidar para la Sanlúcar Cofrade, ocurrió algo que iba a cambiar la percepción que tenía en esos momentos y los sentimientos encontrados que poseía en mi interior. Porque el ocho de diciembre de ese año, la que era por entonces Agrupación Parroquial de la Sagrada Resurrección pasaba a engrosar la lista de Hermandades de Penitencia de Sanlúcar.

Debido a la amistad que me une a varios de los miembros de esta corporación, había tenido siempre un deseo casi enfermizo por poder pertenecer a esa cuadrilla, pero sus días de ensayo y mi situación laboral, que me mantenía alejado de mi tierra, hacía imposible el ser parte activa de los momentos que tantas y tantas veces había oído de la siempre enamorada boca de su gente.

Este deseo rozó el ansía desmesurada, cuando se confirmó que el Domingo de Resurrección harían Estación de Penitencia por primera vez. Opté por no flagelarme más porque no iba a poder ser, y me propuse disfrutar de ese día como disfrutaba antaño de la Semana Santa. Quería poder recrearme, aunque fuese desde fuera, de la primera subida del carril, de la entrada en carrera oficial o de las últimas chicotás en Santa Ángela, San Nicolás o en la plaza de San Francisco…quería poder vivirlo, de una manera u otra, pero vivirlo.

Recuerdo que ese domingo me levanté temprano, casi desperezando el día, con la misma inquietud en el corazón que había sentido hacía una semana, cuando descorría las cortinas de mi ventana buscando nubes en el firmamento. Respiré profundo al ver que la mañana había querido acompañarlos y ser uno más de sus nazarenos de blanca túnica y cíngulo dorado. El Señor Resucitado ya estaba en las calles de Sanlúcar. En esas calles comencé a observar a todos y cada uno de los costaleros de su cuadrilla. Costaleros que sin saberlo, estaban escribiendo a fuego sus nombres en la historia de la Hermandad. Tenían el orgullo de ser la primera cuadrilla que llevaba al Señor Resucitado a la Parroquia de la O para hacer su estación de penitencia.

Quizás la añoranza de no haber podido disfrutar de esos momentos compartiendo trabajaderas con grandes amigos. Quizás ver el transcurrir de una cofradía desde los ojos del costalero, hizo que me fuese involucrando de manera inconsciente en todo lo que estaban viviendo.

Mientras acompañaba el elegante discurrir del paso, iba observando las caras de los jóvenes costaleros. Caras que eran todo un crisol de emociones. En ellas, se unía la expectación, con los nervios de la proximidad del relevo. El cansancio acumulado por las horas de recorrido hacía mella en sus rostros, pero la alegría de saberse con la admiración de un pueblo, hacía liviana esa carga. Y así poco a poco y sin saberlo fue llegando el momento que cambió mi forma de pensar.

El gentío hizo que no pudiese detenerme para ver el paso hasta el final de la cuesta de belén, a la altura de donde se iba a producir un relevo. De pronto, asoma la imponente silueta del paso por las Covachas, y en su delantera, la majestuosidad del Señor. El misterio avanzaba con paso firme y decidido. Caminando por tientos una joven cuadrilla iba derramando ilusión, arte y alegría por haber conseguido un sueño.

Un revuelo se formó en los costaleros que esperaban su turno, sin apenas tiempo, el paso se les acercaba, y ellos volverían a ser los pies que pasearían al Señor. El toque de llamador hizo que el paso arriara justo frente a mí. Los zancos tocaron el suelo y el silencio momentáneo que se había producido al dejar de repiquetear los sones de la banda, fue roto por los aplausos de los que veían como unos compañeros que salían con los ojos vidriosos de entre los faldones, abrazaban a los que iban a disfrutar ahora de esa gloria. Palabras de ánimo, de compañerismo, de fe y sobre todo de ilusión, esa ilusión que yo había perdido, y que esos jóvenes costaleros, me devolvieron el domingo de Resurrección, porque…

Caminando iba por tientos,

La cuadrilla costalera,

Va derramando todo arte

Entre chicotás de seda.

De aquellos juegos de niños,

En calles y plazoletas

Nacisteis costaleros

De a los que el alma desvela

Al sentir sobre sus hombros

La fiel trabajadera.

Caminando va por tientos,

Buena gente costalera,

Que sale de amanecía

Cuando el sol no calienta

Para llevar a Sanlúcar

Esa luz que tanto anhela

Que librará de pecados

Llevándonos por la senda

Entre jaras y requiebros

Y un suave olor a hierba.

Poquito a poco capataz

Que el relevo les espera.

Que la ilusión vivía

En los que esperaban fuera

Para seguir portando

Amor de trabajaderas

Y devolverme las ganas

De sentir la arpillera,

De trabajar por derecho

Empujando la trasera

Y escuchar una marcha

Sabiendo que lo llevas

Sobre tus hombros cansados

Entregado mientras puedas.

Caminando va por tientos

Buena gente costalera

Que tiene alma de niño

Y un lugar en las estrellas.

Costaleros de San Diego

Desde lo más humilde de mi persona, he intentando hacer un pequeño homenaje a todos y cada uno de los costaleros de esta tierra. No se si lo habré conseguido, pero si puedo asegurar que no he dejado ni una sola de mis fuerzas en ello.

No quiero caer en el tópico de asemejar estas palabras a la última chicotá de una cuadrilla. Pero lo que si es cierto es que este pregón está llegando a su fin, y quiero pediros que al final y solo al final me permitáis una pequeña licencia. Quiero compartir con ustedes mi experiencia, mi razón de ser, mi vida, en definitiva que es para mí, ser costalero el Domingo de Ramos en San Diego.

Posiblemente en otras circunstancias, podría haber hablado de mis vivencias desde otro punto de vista, pero como en el caso de los mejores poemas de amor, que están escritos desde el desamor. Este año, creo que la añoranza de saber que no podré ir bajo las trabajaderas de mi hermandad, es lo que me esta haciendo escribir estas negras letras sobre el blanco papel. Yo, no puedo entender el ser costalero de otra manera, que no sea desde el deseo más profundo de mí por serlo. Desde que en una tarde de finales de abril o principios de mayo, mi padre me dijese que esperara a tener la edad suficiente para ser costalero, porque era muy pequeño para poder sacar un paso con mis amigos, desde ese día, el hecho de ser costalero en mi Hermandad está unido al paso lento y cansino de los minutos. Las ansias de poder llegar a un ensayo y poder fajarme, meter riñones y levantar al cielo fueron consumiendo los minutos de esa larga e insufrible espera.

Ser costalero en San Diego para mi, es haber ido cada año a ver bajar la cuesta belén con quien es para ti más que un amigo. Es ir a una igualá y que él, no pueda compartir contigo los momentos de las trabajaderas y lo veas sufrir, tornando en penas tu alegría. Es, salir de tu casa una fría noche de invierno acompañado por tu hermana, y buscar en el silencio de la noche, una marcha saliendo desde de una vieja radio por las cercanías del añejo hospital.

Ser costalero de San Diego, es vivir cada momento de cada ensayo, poder acariciar en un instante el goce de ser los pies de Ellos, y pensar que ya en este mundo pocas cosas pueden superar esa alegría.

Es tener todo un ritual que te acompaña. Es salir de tu casa siguiendo siempre el mismo camino, un camino que es el preludio de una nueva tarde llena de vivencias. Ser costalero, Vuestro costalero, es llegar y buscaros en la oscuridad de la Iglesia, no harían falta las velas encendidas, porque todo lo ilumináis. Es sentarte en un banco y rezaros a los dos, pedir por nuestras intenciones. Es ver como llegan tus hermanos, y advertir como se les iluminan los ojos al veros. Es sentir como el nerviosismo da paso a la ansiedad inquietante de la proximidad de la salida cuando ya están formados los tramos de nazarenos. Ser costalero el Domingo de Ramos, es saber que los latidos de tu corazón pueden ser acariciados por tus dedos, al escuchar como el listero nombra a los que ya están en las trabajaderas, es ver como se te nubla la mirada al ser testigo de como se dan los primeros pasos y se enfrenta el paso de misterio con el palio, Es conocerte envuelto en un sin fin de emociones, cuando se echan los costeros a tierra y en un alarde, se llevan los zancos a un deito del suelo, escuchar el esfuerzo y los sones de la marcha real hacen que un imponente izquierdo no sea más que el simple prefacio de la maestría que va a bañar las callejuelas sanluqueñas. Ser costalero en el Huerto es, llevar al cielo a María sabiéndote ya solo entre los muros de San Diego, escuchar únicamente el crujir de la trabajadera y las bambalinas tintineando en los varales. Es flotar por San Agustín, rezar en la O, o ir pisando una a una las piedras de la Cuesta de Belén, como queriendo que nunca se acabe. Es llegar al Carril y detener la noche para ver como entran por los respiraderos la tenue luz que está acariciando sus rostros.

Ser costalero, para mi, es llegar a los jardines del hospital y dar el último aliento en una chicotá lenta, disfrutar de los últimos sones del Domingo de Ramos, y ver como un olivo se mece costero a costero, o un palio viene sobre los pies muy despacito. Es saberte en una iglesia abarrotada de hermanos, y sentirte en la inmensidad del silencio de una multitud, y de camino al altar, sentir el rachear de las zapatillas y escuchar un “Guapa ya estás en casa” entre las mallas de los respiraderos, es arriar muy lentamente, como queriendo que nunca se apague ese momento. Es salir, y buscar a tu gente y abrazarles y dar las gracias por haber podido ser parte de ellos.

Y ya, una vez que todo ha terminado, cuando empieza a quedarse la Iglesia vacía, vuelves unas horas atrás, y te sientas de nuevo en el mismo banco, y vuelves a mirar sus caras. Son las mismas pero no son iguales. Parecen cansados, pero felices…sientes otro año más esa indescriptible sensación de haber envejecido unas décadas solo en unas horas. La cera que ha quemado la candelería, parece que son lágrimas que han acompañado a la Virgen en su largo caminar… poco a poco se van apagando las luces de la Iglesia, y las velas van dejando una etérea luz en sus rostros. Una sombra asoma, y va extinguiendo los últimos suspiros del Domingo de Ramos, convertidos ya en Lunes Santo. Cuando la última vela se apague, comenzará de nuevo la espera para poder vivir otro Domingo de Ramos y así…

Y nos abran las puertas

Que nos llevan al cielo,

Entrando los rayos de sol

Al hospital de San Diego.

Los llamadores ya suenan

Y comienzan los sueños

De una gente que quiere

Pasear por su pueblo

Entre portentosos izquierdos

Y de costero a costero

A un Jesús que está orando

Arrodillado en el huerto.

Despacito, caminando

Frente un dintel de requiebros

Se van costeros a tierra

Los templados costaleros.

Ya redoblan los tambores,

Que despiertan del sueño

A una plaza que espera

Entrega y sufrimiento

Bajo las trabajaderas

De la gente de San Diego.

Como dije hace un momento, será la certeza de saber que este año no seré tu costalero, lo que me ha hecho engañarme por unos momentos, y pensar que todavía, estoy tras los faldones granates de Tu palio. Pero no es así. La cordura vuelve y me hace sentir, esa extraña sensación que me dice que después de muchos años podré disfrutar viéndote detrás del antifaz de nazareno, con la cara radiante iluminada por la candelería pero… habrá alguien en el lugar que he ocupado estos años. Alguien que podrá ser tus pies este Domingo de Ramos, y que espero que pronto yo pueda volver a serlos. Aunque se, que mientras pueda seguir mirando tus ojos, te seguiré llevando conmigo, porque eres la Gracia que ha bañando mi Vida y la Esperanza que me guía…

Esa luz en tu mirada,

De bellos ojos benditos

No quisiera perderla

Mientras que siga vivo.

Ni el color de tu rostro

Ni tus lágrimas de mimos

Que no seré costalero

Si no te vienes conmigo.

HE DICHO.

En Sanlúcar de Barrameda Cuaresma 2009.

Antonio Romero González

jueves, 19 de marzo de 2009

QUINARIO EN HONOR A LOS SAGRADOS TITULARES DE LA HERMANDAD DE LAS ANGUSTIAS

SOLEMNE QUINARIO EN HONOR A LOS SAGRADOS TITULARES DE LA HERMANDAD DE LAS ANGUSTIAS, durante los días 18, 19, 20 y 21 de Marzo (D.M) comenzando a las 19,30 horas con el santo rosario y posterior piadoso ejercicio del Quinario. Los solemnes cultos se completarán el Domingo día 22 en FUNCIÓN PRINCIPAL a las 12,00 horas, en la que todos los Hermanos asistentes harán pública PROTESTACIÓN DE FE.

Asimismo el próximo día 3 de Abril (Viernes de Dolores), Roberto Romero Barullo –sacerdote de nuestra ciudad ordenado recientemente- SOLEMNE MISA EN HONOR A MARÍA SANTÍSIMA DE LAS ANGUSTIAS, la cual estará expuesta en Solemne Besamanos.

CABILDO GENERAL INFORMATIVO DE SALIDA HERMANADAD DE LAS ANGUSTIAS

Por orden del Hermano Mayor y posterior acuerdo de la Junta de Gobierno de esta Muy Antigua, Venerable, Real e Ilustre Hermandad de María Santísima de las Angustias, en cumplimiento con lo dispuesto en nuestras Reglas, le cito al CABILDO GENERAL INFORMATIVO DE SALIDA, que tendrá lugar en los salones de nuestra Parroquia el próximo Sábado día 21 de Marzo a las 20,30 horas en primera convocatoria y media hora después en segunda y última, para tratar el siguiente:

ORDEN DEL DIA

- Lectura y aprobación del acta anterior si procede.

- Medidas adoptadas para la Salida Procesional de este año.

- Recorrido e Itinerario.

Ruegos y preguntas.