Hemos querido comenzar este apartado con “María se viste de Hebrea”, no podía ser de otra manera.
Saludos a los cofrades que a diario siguen la Cartela y muchísimas gracias a César por su colaboración.
VIRGEN HEBREA
Vestir a la Virgen de hebrea significa despojarla de su majestuoso aspecto que, como Soberana de los Cielos y la tierra, tiene frecuentemente en cada uno de sus iconos.
Vestir a la Virgen de hebrea es un signo más de la cuaresma en el que el boato y la exuberancia dejan paso a la sencillez, a la austeridad y al recogimiento.
Vestir a la Virgen de hebrea es recordar sus orígenes terrenos de pertenencia a un pueblo, el pueblo escogido por Dios y con el que estableció la alianza veterotestamentaria.
Y la vestimenta de hebrea, lejos de inventos contemporáneos, quedó idealizada por el insigne Juan Manuel Rodríguez Ojeda que usó el manto azul y blanco y saya roja, colores iconográficos de la Virgen María para que, a pesar de no tener corona, quedase claro que la imagen correspondía a Ella. La aureola o la ráfaga en sustitución de la corona son símbolo de su santidad y de la visión apocalíptica de la Señora. El fajín de rayas y la banda del mismo tejido hacen clara referencia al pueblo judío al que pertenecía la Doncella de Nazaret. Y en las manos, la corona de espinas recuerda su asociación a los méritos de Jesús en la Pasión.
CÉSAR DÍAZ
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