jueves, 18 de diciembre de 2008

EN EL TERMINO MEDIO, ESTÁ LA VIRTUD

Muchas veces me pregunto cuál debe ser nuestro papel dentro de nuestras Hermandades. ¿Debemos ser meras hermanos de número y dedicarnos simplemente a asentir las decisiones de la juntas de gobierno? o por otro lado, ¿debemos ser parte activa de las mismas y contribuir en todo lo que podamos?

La verdad es que la respuesta se me antoja algo complicada, porque para mi humilde punto de vista. Está claro, o por lo menos eso me parece a mí, que las Hermandades tienen que ser entes vivos, en los que tienen que tener cabida todas las ideas y opiniones de los hermanos. Es más, una hermandad en la que la voz de los miembros de la misma no se oye, por el motivo que sea, está muerta. En el debate y la sana confrontación está la riqueza y la posibilidad de crecimiento de la institución. Si no hay posibilidad del debate es posible que la Hermandad muera en la apatía.

Pero, si no existe una idea clara de cómo debe ser la estructura y la dirección que queremos seguir, también puede ser contraproducente. Una corporación que vaya dando vaivenes no es tampoco muy aconsejable.

Está claro, que de nuevo la sabiduría de los tiempos nos vuelve a dar la respuesta. En el término medio tenemos la virtud. Debemos llegar a la justa medida de saber que los hermanos tenemos el derecho a opinar y proponer ideas, y el deber de acatar las decisiones que tomen los componentes de las Juntas de Gobierno. Dentro del derecho de opinar, tenemos la posibilidad de expresar nuestra disconformidad por la forma de actuar y llevar el día a día de la hermandad en las urnas.

A veces las decisiones no son fáciles, y más aún cuando se rompen con tradiciones que están anquilosadas sin saber el motivo de su origen. También es difícil, actuar cuando se sabe que decisiones que son por el bien de toda la colectividad puede producir algún daño a ciertos hermanos de manera individual. Creo que es en este momento cuando tenemos que hacer valer todo el significado de hermano y hermandad, y asumir esas decisiones, que para nada son hechas de manera aleatorias, sino que son el fruto de muchas reuniones y conversaciones, y respetarlas lo mejor que podamos por el bien de todos nuestros hermanos y para así poder hacer nuestras hermandades más grandes.

El guardabrisas.
Antonio Romero González

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