lunes, 15 de marzo de 2010

LOS PIES EN EL SUELO…


Ahora, cuando ha salido el sol tres días seguidos, empiezan a florecer los naranjos y demás árboles, que perfuman de manera particular nuestras calles, y nos abren los ojos, para que nos demos cuenta, que la Cuaresma no está empezando ahora, sino que está a punto de acabar, y que el Domingo de Ramos es ya casi una realidad. Estos días, hacen que se empiece a vivir de manera más intensa si cabe esta Cuaresma tan extraña, con lo que todo ello conlleva, para lo bueno y para lo malo.

En estos días, entran las ganas de hacer todo lo que no se ha hecho en el año, y también como no, criticar al mismo ritmo. Pero gracias a Dios, en estas fechas, también, ocurren cosas que son tan inesperadas como impactantes, emocionantes, y reales, que hacen que, la cordura aparezca y te devuelva los pies al suelo de la realidad, y te baje de esas nubes de marchas, de corneta, tambor, incienso, vestidores y demás temas banales.

En estos días he podido vivir, momentos indescriptibles, personas que apenas podían mantenerse en pie y se acercan a una Imagen para besarla sin más ayuda que la de sus propias fuerzas, o quien sabe que manos amparadoras la acercaron para que pudiese cumplir sus deseos y agradecer los favores cumplidos. Días, en los que las historias de vidas encomendadas, momentos de desasosiego y reencuentros con la vida en el último minuto, acompañados de la Virgen de sus amores por un camino que no era el túnel hacia la muerte, sino el pasaje hacia una nueva oportunidad para vivir y seguir honrándola. Días en los que se agradecen más cerca que nunca lo concedido, y se pide de igual manera, de tu a Tu.

Estos momentos en los que personas anónimas te hacen vivir tantas emociones en un solo instante, hacen que te vuelvas a plantear ciertas cosas, que por unos días y en la vorágine cuaresmal se te han olvidado. La importancia de las cosas y su magnitud se la damos nosotros mismos, los que estamos metidos en este mundo, los que muchas veces nos creemos que tenemos la verdad absoluta, los que solo valoramos la parte bonita de la Hermandad, que es la Cofradía. Nadie propone en un cabildo que se magnifiquen los cultos internos, ni que se dediquen más esfuerzos a las obras de caridad, ni que se hagan visitas a las personas que lo necesiten, ni que se creen talleres, ni que se acerque la Hermandad más a su gente, sean o no hermanos. El día a día de una Hermandad, se basa en como están vestidas las Imágenes, en lo bien o mal que lo hacen los capataces, las músicas y los conciertos. Mucha paja y poco grano en el día a día. Mucho nos llenamos la boca y partimos el pecho por minucias, cuando tenemos que gestionar mejor las personas. Las hermandades son entes vivos porque están compuestas por seres vivos, cada uno con su circunstancia y sus días y sus noches. No digo, que tengamos que olvidar el enriquecimiento paulatino y con coherencia de nuestros enseres, ni que abandonemos nuestras Imágenes a las manos de cualquiera, ni que el día de la Salida sea algo secundario. Simplemente creo que hay que darle a cada cosa su verdadero valor, y ese no es otro a mi entender, que primero las personas, y lo demás vendrá por añadidura.

Antonio Romero González

El guardabrisas.

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