Por fin un Sábado de esos de Cuaresma, de los que despiertan los sentidos y nos transportan a otros lugares y otras fechas. Por fin un sábado en el que apetecía salir a la calle, pasear y buscar entre el aire de la ciudad, el aroma a incienso que nos indicase que había algún besamano, besapié o culto que poder visitar.
Y parece que el tiempo quiso acompañar, un momento muy especial. Este sábado, Nuestra Señora de la Victoria ha estado en devoto besamano durante todo el día en la Iglesia de San Diego. Un momento único, como muchos otros que estamos viviendo en esa casa con nuestros hermanos de la Hermandad de la Entrada en Jerusalén.
Pero si el momento ya de por sí era único, la junta de gobierno de la corporación hermana del Domingo de Ramos, hizo que además fuese emocionante y emotiva para los que allí fuimos a visitar y besar la mano de la Virgen de la Victoria.
Cuando, entramos por San Diego, veíamos la Majestuosidad de la Imagen a los pies del altar mayor. Lo sobrio pero a la vez elegante del montaje, pero el efecto del claro-oscuro que nos produjo el entrar desde la calle con un sol de justicia, al templo, nos hizo no poder ver en primer momento el detalle de la saya y el manto que llevaba Nuestra Señora.
Al acercarnos nos dimos cuenta, era verdad, la Virgen de la Victoria estaba vestida con su saya Verde, y con un manto del mismo color, de Gracia y Esperanza. Un detalle, que nos hizo erizar el vello y nos llegó a emocionar.
Un estupendo y magnifico regalo, a la par que sencillo y gratificante. Es motivo de júbilo que la Virgen de la Victoria haya llevado puesto ese manto verde Esperanza, y un orgullo que se haya vestido así, de verde, para homenajear a la otra Hermandad del Domingo de Ramos.
Antonio Romero González
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