sábado, 6 de marzo de 2010

HAZ LO QUE YO DIGA, PERO NO LO QUE YO HAGA…


Un día oí esta frase y me hizo gracia. Era todavía muy pequeño para poder llegar a entenderla en toda su profundidad. Parece de broma, pero en el hablar del pueblo, pocas frases y expresiones quedan al azar.

No es una frase aplicable solo al mundo cofrade, es general, pero en este apartado hablamos de nuestras hermandades, por lo que haré una pequeña reflexión de acontecimientos que he ido observando desde hace algún tiempo, que claro, ha sido al cabo de los años es cuando se ha podido aplicar esta frase.

El mundo cofrade en general, lo tenemos repleto de personas que aplican constantemente esta máxima. Lo que digan está bien, son dogmas y sientan cátedra, y sin embargo, si otros hacen lo mismo es criticable. Es más, el colmo del cinismo llega cuando se llega a consultar a cualquiera de estas personas, dan su opinión, se les acepta y se usan sus ideas, y ellos mismos después, critican su propia idea.

Pero que vamos a hacer, nos gusta criticar, por criticar, sin mirar el daño que se pueda hacer. Nos gusta ver solo lo que está mal, o menos bien, sin ver la evolución y las condiciones en las que se trabaja. Nos gusta estar por encima de todos, y que la única voz que se oiga sea la nuestra. No nos gusta que se lleven las cosas al ámbito personal. Pero la realidad es bien distinta. Todo este tipo de personas, son las que critican, a los demás, pero que no se lo hagan a ellos, son los que zancadillean a sus hermanos, pero que no lo torpedeen a ellos, son los que son incapaces de ver la realización de sus propios consejos o la plasmación de sus ideas en realidades por obcecaciones personales, que ¡qué casualidad!, también llevan todo a ese ámbito.

Creo que a todos nos falta humildad, y digo a todos, y me incluyo, porque incluso uno tiene que ver sus propios defectos. Debemos dejar de pensar en los egos personales y pensar más en la colectividad. Debemos pensar que hay cosas que requieren un tiempo, y que incluso hay personas que en su día tuvieron la oportunidad de cambiarlo y no lo hicieron. Hay que trabajar, y dejar trabajar, no a cualquier precio. Existen medios y órganos para que todos controlemos y actuemos a la par, y no llevar temas personales a la vida diaria de la Hermandad. No podemos seguir en este constante falsario de risas a la cara y puñalada trapera en la espalda. El eterno enojado, es una figura muy común en nuestra vida cofrade, y espero que pronto sea desterrado de este mundo.

Antonio Romero González

1 comentario:

EL ETERNO ENOJADO dijo...

HACED LO QUE EL DIGA, PERO NO LO QUE HAGA